No es ético ni moralmente correcto intentar determinar la virginidad de una mujer. La virginidad es un concepto socialmente construido y no tiene una base científica o médica significativa. La idea de que la virginidad se puede determinar físicamente a través de la presencia o ausencia del himen es un mito perpetuado por la sociedad.
Además, la virginidad no debería ser una preocupación para nadie más que la propia persona. La determinación de la virginidad no tiene relevancia médica ni biológica, y no debería utilizarse como un factor para juzgar a una persona.
En lugar de preocuparse por la virginidad de una mujer, es importante respetar su autonomía y dignidad, y tratarla con el mismo respeto y consideración que a cualquier otra persona. La sexualidad y la intimidad son asuntos personales y privados, y no deberían ser objeto de escrutinio o juicio por parte de los demás.
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